
La microbiota intestinal constituye un ecosistema complejo formado por más de 1.000 especies bacterianas que, en conjunto, desempeñan funciones esenciales para la homeostasis metabólica, inmunológica y neurológica del ser humano.
Su composición varía de forma individual, pero se caracteriza por una alta diversidad y estabilidad en condiciones fisiológicas, siendo dominada principalmente por los filos Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Proteobacteria. No obstante, esta armonía puede ser alterada de manera abrupta por la exposición a antibióticos, cuya acción indiscriminada sobre bacterias patógenas y comensales puede inducir disbiosis intestinal significativa (1).
Este desequilibrio microbiano se traduce en una disminución de la diversidad bacteriana, acompañada de sobrecrecimiento de cepas resistentes o potencialmente patógenas, como Enterococcus spp., Klebsiella pneumoniae y Clostridioides difficile, cuyas consecuencias clínicas pueden ir desde diarrea postantibiótica hasta colitis pseudomembranosa grave (2). Estudios de cohorte han demostrado que incluso un único ciclo corto de antibióticos de amplio espectro puede reducir la riqueza taxonómica intestinal por más de seis meses, con recuperación incompleta en ciertos individuos, particularmente aquellos con comorbilidades o exposición repetida a antimicrobianos (3). La magnitud del impacto depende del tipo de antibiótico, su espectro de acción, duración del tratamiento y vía de administración. Por ejemplo, macrólidos y fluoroquinolonas generan reducciones significativas de bifidobacterias y lactobacilos, mientras que betalactámicos afectan más profundamente a Firmicutes anaerobios estrictos. Además, se ha observado que ciertos antibióticos inducen resistencia cruzada, aumentando la proporción de genes de resistencia en el reservorio intestinal, lo cual representa una amenaza creciente para la salud pública (4).
A nivel inmunológico, la disbiosis inducida por antibióticos altera la producción de ácidos grasos de cadena corta, disminuye la actividad de células T reguladoras y modifica la expresión de citoquinas intestinales, afectando tanto la barrera epitelial como la tolerancia inmune local. Este estado de inflamación intestinal localizada ha sido vinculado con un mayor riesgo de enfermedades autoinmunes, síndrome metabólico, obesidad y trastornos del neurodesarrollo en edades tempranas, especialmente si la exposición antimicrobiana ocurre durante los primeros años de vida (5). Frente a este escenario, se han desarrollado estrategias dirigidas a mitigar el impacto de la disbiosis, entre las que destacan el uso de probióticos adyuvantes, prebióticos específicos y restauración de la microbiota a través de consorcios bacterianos diseñados o trasplante fecal en casos seleccionados. Intervenciones recientes han demostrado que cepas específicas de Akkermansia muciniphila y Faecalibacterium prausnitzii pueden acelerar la recuperación del microbioma tras tratamientos antibióticos, mejorando la resiliencia y disminuyendo la colonización por bacterias multirresistentes (6). En conclusión, el uso de antibióticos, si bien esencial en la medicina moderna, conlleva consecuencias profundas sobre la ecología intestinal, que deben ser consideradas al momento de prescribir. Una aproximación racional, basada en la indicación precisa y la menor duración posible, junto con medidas restauradoras del ecosistema intestinal, constituye un pilar emergente en la práctica clínica responsable.
Tabla 1. Disbiosis intestinal según relación con antibióticos
Variable |
Sin antibióticos |
Post-antibióticos breve plazo |
Post-antibióticos prolongado |
Riesgo clínico |
Diversidad bacteriana |
Alta y estable |
Reducción significativa |
Recuperación parcial o incompleta |
Disbiosis funcional |
Patógenos oportunistas |
Baja |
Incremento temporal |
Colonización persistente |
C. difficile, infecciones MMR |
Genes de resistencia |
Escasos |
Incremento detectable |
Acumulación persistente |
Reservorio multirresistente |
SCFA (ác. grasos cadena corta) |
Óptima |
Disminución |
Alteración crónica |
Inflamación, inmunidad reducida |
Barreras inmunológicas |
Íntegras |
Comprometidas |
Alteradas |
Mayor permeabilidad intestinal |
Referencias
1. Becattini, S., Taur, Y., & Pamer, E. G. (2021). Antibiotic-induced changes in the intestinal microbiota and disease. Nat Rev Microbiol, 19(9), 482–498. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S14714914163000772. Vich Vila, A., et al. (2020). Impact of commonly used drugs on the gut microbiota. Gut, 69(3), 546–554. https://www.researchgate.net/publication/338647496_Impact_of_commonly_used_drugs_on_the_composition_and_metabolic_function_of_the_gut_microbiota
3. Gough, E. K., et al. (2022). The impact of mass drug administration of antibiotics on the gut microbiota of target populations. Infectious Diseases of Poverty, 11(1), Artículo 76. https://idpjournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s40249-022-00999-5
4. Francino, M. P. (2021). Antibiotics and the human gut microbiome. Front Microbiol, 12, 641361. https://www.frontiersin.org/journals/microbiology/articles/10.3389/fmicb.2015.01543/full
5. Lynn, M. A., Eden, G., Ryan, F. J., et al. (2021). The composition of the gut microbiota following early-life antibiotic exposure affects host health and longevity in later life. Cell Reports, 36(8), 109564.
6. Fekete EE, Figeys D, Zhang X. Microbiota-directed biotherapeutics: considerations for quality and functional assessment. Gut Microbes. 2023 Jan-Dec;15(1):2186671. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10012963/