Los inhibidores de bomba de protones hacen parte de los medicamentos más utilizados en Colombia y en el mundo (tabla 1)1
Su uso a largo plazo se hace cada vez más frecuente, principalmente asociado al consumo de otros medicamentos que ocupan los primeros lugares del ranking de gastrolesividad (tabla 2).2
Tabla 1. Medicamentos más prescritos en Colombia y el mundo
Tabla 2. Ranking de clases terapéuticas con mayor gastrolesividad
Se ha podido determinar que además de la protección gástrica, los IBP pueden producir beneficios adicionales en los pacientes, de los que se deriva su predilección prescriptiva. (tabla 3).3
Tabla 3. Efectos adicionales/pleiotrópicos observados con IBP
Además de los beneficios claros que tienen los inhibidores de bomba de protones, también se ha podido comprobar que pueden producir algunos efectos delétereos o ser responsables de la aparición de condiciones o enfermedades (tabla 4), por lo anterior, resulta demasiado importante tomarlas en consideración para el seguimiento de los pacientes en tratamiento con IBP.4,5,6
En cuanto a la asociación del consumo crónico de IBPs con afecciones a nivel del sistema nervioso central, se publicó un estudio (Kang MK et al 2022) cuyos resultados demuestran que el uso crónico de IBP está asociado con la progresión de las lesiones en la sustancia blanca profunda del cerebro (usando el Fazekas score) (HR 3.453, 95% CI 1.027–9.475, P = 0.045), pero no con la progresión de las microhemorragias cerebrales (CMB).7
Por otro lado, aunque el riesgo de cáncer no ha sido del todo establecido, tampoco ha podido ser descartado, por esta razón resulta importante considerarlo como un riesgo del uso de IBP a largo plazo (tabla 5).6
Tabla 5. Relación aproximada de cáncer e IBP a largo plazo
Específicamente, para analizar la relación causal con cáncer gástrico, en 2022 se publicó un metanálisis y revisión sistemática (Piovani D et al 2022). Se identificaron 12 estudios que cumplieron con los criterios de inclusión, con un total de 145,000 pacientes que utilizaron IBP y fueron seguidos durante un promedio de 7,5 años. Los resultados mostraron que el uso prolongado de IBP se asoció con un aumento modesto pero significativo en el riesgo de cáncer gástrico en pacientes que requieren supresión de ácido gástrico. En particular, se encontró que el uso de IBP durante más de un año se asoció con un aumento del 25% en el riesgo de cáncer gástrico en comparación con aquellos que no utilizan IBP. Además, se encontró que el riesgo de cáncer gástrico aumentó aún más en pacientes que tomaron altas dosis de IBP. Es importante destacar que, a pesar de este aumento en el riesgo, la magnitud del aumento es relativamente pequeña, y la mayoría de los pacientes que utilizan IBP no desarrollan cáncer gástrico. De hecho, según los resultados del metanálisis, el número necesario para tratar (NNT) durante un año para que un paciente desarrolle cáncer gástrico es de aproximadamente 3,000.8
Los autores del estudio concluyen que se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos y para comprender mejor la relación entre el uso de IBP y el riesgo de cáncer gástrico. Sin embargo, recomiendan que los médicos consideren los riesgos y beneficios de la terapia con IBP en cada paciente individual y, si es posible, limiten la duración del tratamiento con IBP a la dosis efectiva más baja.8
En términos generales, los beneficios superan a los riesgos del uso de inhibidores de bomba de protones a largo plazo, sin embargo es clave el seguimiento de estos pacientes para determinar la aparición de complicaciones derivados de su consumo crónico.
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Referencias