La relación entre el estrés mental y la enfermedad cardiovascular (ECV) ha emergido como un área de investigación intensiva, revelando mecanismos fisiopatológicos complejos y multifacéticos (ver gráfica 1).
Se ha establecido que, el estrés actúa como un multiplicador o acelerador del proceso aterosclerótico, es así como, el estrés mental no solo desempeña un papel en la génesis de la ECV, sino que también influye en su manifestación clínica y en la gravedad de los eventos cardiovasculares. En algunas ECV se han podido encontrar la relación directa que tienen con el estrés (ver mapa mental):1,2,3,4
Uno de los impactos más documentados del estrés mental es en la isquemia miocárdica. Como se mencionó anteriormente, estudios como el de Moazzami et al. (2021) han demostrado la relación entre el estrés mental y la inducción de isquemia miocárdica en pacientes con aterosclerosis coronaria. Esta isquemia, a menudo desencadenada por el estrés en ausencia de esfuerzo físico, puede llevar a un aumento del riesgo de infarto de miocardio y muerte súbita cardíaca.3
El estrés mental también está implicado en la etiología de la hipertensión. La activación crónica del sistema nervioso simpático y la disfunción endotelial, exacerbadas por el estrés, pueden contribuir a la elevación persistente de la presión arterial. Esto se correlaciona con un mayor riesgo de desarrollo de hipertensión, un factor de riesgo primario para enfermedades cardiovasculares como el accidente cerebrovascular y la enfermedad coronaria.1
La alteración en la función autonómica, especialmente el aumento del tono simpático, puede predisponer a arritmias como la fibrilación auricular y las taquicardias ventriculares. Estos episodios arrítmicos no solo aumentan el riesgo de eventos cardiovasculares mayores, sino que también pueden deteriorar la calidad de vida del individuo.4
Los mecanismos incluyen el deterioro de la función miocárdica debido a la isquemia repetida y el estrés neurohormonal sostenido, que puede llevar a remodelación ventricular adversa y disfunción sistólica y/o diastólica.1
Gráfica 1. Mecanismos de la fisiopatología del estrés en enfermedades cardiovasculares6,7,8
Más allá del estrés mental agudo, los factores de estrés psicosocial crónicos, como la depresión, la ansiedad y el aislamiento social, han mostrado una fuerte correlación con la ECV. Estudios como el de Mehta et al. (2022) en "Mental Stress-Induced Myocardial Ischemia" (Curr Cardiol Rep) sugieren que estos factores pueden aumentar significativamente el riesgo de desarrollo y progresión de la ECV.5 El impacto del estrés mental en la enfermedad cardiovascular es vasto y multifacético, afectando desde la función endotelial y la respuesta inflamatoria hasta la manifestación clínica de diversas formas de enfermedad cardiovascular. Reconocer y manejar el estrés mental y sus mecanismos subyacentes es fundamental para la prevención y el tratamiento efectivo de la ECV. Este enfoque integrado puede mejorar significativamente los resultados clínicos y la calidad de vida de los pacientes afectados.1,4
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Referencias