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Manejo del dolor crónico e implicaciones legales del uso de opioides

Escrito por Laboratorios Legrand | Feb 25, 2025 3:39:08 AM

El manejo del dolor crónico continúa siendo un desafío significativo en la práctica médica, con un impacto global que trasciende regiones y sistemas de salud.

En América Latina, más de 60 millones de personas viven con dolor crónico, mientras que en Colombia se estima que el 30% de los adultos lo padecen, principalmente asociado a enfermedades musculoesqueléticas, neuropáticas y oncológicas (1, 2). Aunque los opioides han demostrado ser herramientas indispensables para tratar el dolor severo, su uso ha generado crisis sanitarias en regiones como Estados Unidos y Europa, donde las muertes relacionadas con sobredosis y los casos de dependencia han alcanzado cifras alarmantes. 

En Estados Unidos, las sobredosis relacionadas con opioides causaron más de 80,000 muertes en 2021, con el fentanilo involucrado en el 70% de estos casos (1, 3). Este fenómeno refleja un crecimiento exponencial desde 1999, impulsado por el aumento en la prescripción de opioides y su disponibilidad. En Europa, aunque la prevalencia de abuso es menor, el consumo de opioides ha crecido en un 40% desde 2010, y países como Italia han reportado que el 25% de los pacientes que inician tratamiento con opioides para el dolor crónico continúan utilizándolos un año después, aumentando el riesgo de dependencia (4, 5). 

En contraste, el contexto colombiano presenta retos distintos. El consumo per cápita de opioides en el país es de apenas 2,5 mg, considerablemente inferior al promedio regional de 6 mg y a los niveles de Europa o Estados Unidos (4). Sin embargo, esta cifra no refleja únicamente un bajo riesgo de abuso, sino también barreras significativas en el acceso a tratamientos adecuados. Según el Ministerio de Salud, menos del 25% de los pacientes con dolor crónico en el país recibe manejo farmacológico óptimo, situación influenciada por estrictas regulaciones como la Ley 1787 de 2016 y el Decreto 780, que exigen formatos especiales para la prescripción y generan temor en los médicos a posibles sanciones legales (5, 6). 

El marco legal que regula la prescripción de opioides en Colombia (tabla 1) busca garantizar un uso ético y seguro, pero a menudo genera barreras que limitan el acceso de los pacientes a estos medicamentos. En este contexto, la implementación de herramientas digitales para el monitoreo de prescripciones, como los Programas de Monitoreo de Medicamentos Controlados (PDMP) en Estados Unidos, ha permitido reducir en un 20% las prescripciones inapropiadas (3). En Europa, estrategias similares, como registros centralizados de prescripción, han logrado disminuir en un 15% los casos de abuso en países como España e Italia (4). La experiencia internacional resalta la importancia de incorporar tecnologías en el sistema de salud colombiano para mejorar tanto la seguridad como la accesibilidad de los opioides. 

Tabla 1. Normas y Resoluciones sobre Uso de Opioides en Colombia 

Además de las regulaciones, el manejo ético del dolor plantea retos importantes. Garantizar que los pacientes reciban un tratamiento adecuado sin comprometer la seguridad pública es un equilibrio complejo. Herramientas como escalas de riesgo de abuso han demostrado reducir los incidentes adversos en un 30% en pacientes con dolor crónico (7). Sin embargo, estas estrategias no son ampliamente implementadas en contextos con recursos limitados, como ocurre en muchas instituciones de América Latina. La falta de formación médica específica también agrava esta situación, ya que el 45% de los médicos en países de ingresos medios, incluido Colombia, expresan temor a prescribir opioides debido a las posibles implicaciones legales (9). 

Otro aspecto clave es la prevención del abuso, que debe integrarse de manera transversal en el manejo de opioides. En Estados Unidos, el uso de formulaciones con propiedades disuasorias de abuso ha reducido los casos de uso indebido en un 15%, mientras que la educación de los pacientes y sus familias sobre el uso seguro de estos medicamentos ha demostrado ser una intervención esencial para mitigar riesgos (7). En Colombia, el 40% de los pacientes con dolor crónico no cuenta con información adecuada sobre los riesgos y beneficios de los opioides, lo que subraya la necesidad de fortalecer programas educativos accesibles en todos los niveles del sistema de salud (6). 

Tabla 2. Consumo y manejo de opioides por región (1, 2, 4, 5) 

El contexto colombiano y latinoamericano ofrece una oportunidad única para adaptar lecciones aprendidas de regiones como Estados Unidos y Europa, donde las políticas de regulación, monitoreo y educación han reducido parcialmente los riesgos asociados al uso de opioides. Sin embargo, para que estas estrategias sean efectivas, es esencial considerar las particularidades de cada sistema de salud, incluyendo las limitaciones en infraestructura y recursos. Esto resulta especialmente crítico al abordar los riesgos inherentes al uso de opioides, que incluyen dependencia, sobredosis y tolerancia, todos ellos exacerbados por la falta de acceso a un monitoreo adecuado y educación médica continua. 

Tabla 3. Factores de riesgo asociados al uso de opioides (1, 7, 9) 

En Colombia, aunque la baja tasa de prescripción puede limitar el riesgo de abuso, también restringe el manejo efectivo del dolor. A nivel global, los opioides están asociados a una tasa de dependencia estimada en el 8-12% de los pacientes que los utilizan para dolor crónico (7). Este riesgo se incrementa cuando no se implementan estrategias de seguimiento riguroso, como la evaluación periódica de los pacientes para identificar señales tempranas de abuso. En Estados Unidos, el uso de escalas de evaluación del riesgo de abuso ha permitido reducir en un 30% los incidentes adversos relacionados con opioides (9). En Colombia, la falta de estas herramientas y de sistemas integrados de vigilancia contribuye a que los médicos carezcan de la información necesaria para ajustar sus decisiones terapéuticas. 

Además de los riesgos clínicos, los opioides plantean desafíos médicos-legales significativos. En un entorno como el colombiano, donde las regulaciones son estrictas pero los recursos son limitados, la obligación de mantener documentación exhaustiva y justificar cada prescripción puede ser una carga considerable para los médicos. En Europa, el uso de registros electrónicos centralizados ha mejorado la trazabilidad y permitido a los profesionales de salud protegerse contra posibles litigios, reduciendo en un 15% las controversias legales relacionadas con opioides (4). La implementación de sistemas similares en Colombia podría no solo aumentar la seguridad, sino también dar mayor confianza a los médicos para prescribir estos medicamentos cuando son necesarios. 

El manejo seguro de los opioides requiere la implementación de protocolos basados en evidencia que equilibren la eficacia analgésica con la prevención de riesgos. En Estados Unidos, la incorporación de formulaciones con propiedades disuasorias de abuso ha disminuido el uso indebido en un 15%, lo que resalta el potencial de estas innovaciones para minimizar los efectos adversos (7). En Colombia, las guías nacionales recomiendan limitar las prescripciones iniciales de opioides a no más de siete días para el dolor agudo, una medida que ha demostrado ser efectiva para reducir el riesgo de dependencia en otros contextos (5). No obstante, la falta de acceso a estas formulaciones avanzadas limita las posibilidades de aplicar estas estrategias de manera amplia en el país. 

Tabla 4. Comparación de estrategias internacionales y su impacto (3, 4, 5, 7) 

Por último, las intervenciones educativas juegan un rol clave en la prevención del abuso de opioides, tanto para los pacientes como para sus familiares. En estudios realizados en Estados Unidos, los programas de educación para pacientes han demostrado reducir en un 25% las prácticas de uso indebido (9). En América Latina, incluyendo Colombia, estas iniciativas son aún escasas, dejando a una gran proporción de pacientes sin la información necesaria para tomar decisiones seguras sobre su tratamiento. Invertir en campañas de educación y formación profesional no solo mejorará el manejo del dolor, sino que también creará un entorno donde los opioides puedan ser utilizados de manera segura y ética. 

Este enfoque multidimensional que combina regulación, innovación y educación es esencial para transformar el manejo del dolor en Colombia, garantizando que los pacientes puedan acceder a tratamientos efectivos mientras se minimizan los riesgos asociados. A medida que se implementen estas estrategias, será crucial monitorear su impacto y adaptarlas continuamente para responder a las necesidades cambiantes del sistema de salud. 

Para los médicos, es crucial adoptar un enfoque multidimensional en el manejo de los opioides. Primero, es fundamental implementar herramientas de evaluación del riesgo de abuso, como escalas validadas, que han demostrado reducir los incidentes adversos en un 30% (7). Además, la educación continua es esencial para garantizar que los profesionales puedan tomar decisiones informadas y éticas sobre la prescripción. En este sentido, se recomienda a las instituciones médicas y gubernamentales invertir en programas de formación enfocados en las mejores prácticas internacionales y en las particularidades del sistema de salud colombiano (9). 

Paralelamente, los médicos deben priorizar la educación de sus pacientes y sus familias sobre los riesgos y beneficios del uso de opioides. En América Latina, donde el 40% de los pacientes con dolor crónico no recibe información adecuada, los programas educativos han demostrado ser una herramienta eficaz para reducir las prácticas de uso indebido en un 25% (6, 9). Complementariamente, limitar las prescripciones iniciales para dolor agudo a no más de siete días, como lo recomiendan las guías nacionales, puede prevenir el desarrollo de dependencia en etapas tempranas (5). 

Finalmente, los médicos deben colaborar activamente con las autoridades de salud para mejorar los sistemas de monitoreo y trazabilidad, protegiéndose así de implicaciones legales al tiempo que garantizan la seguridad de sus pacientes. Adoptar un enfoque proactivo en la documentación y el seguimiento de los tratamientos no solo respalda la práctica clínica, sino que también fortalece la confianza en el sistema de salud. 

En conclusión, el manejo responsable de los opioides en Colombia y América Latina requiere una combinación de regulación, innovación tecnológica, formación médica y empoderamiento del paciente. Al adoptar un enfoque equilibrado y adaptado a las realidades locales, los médicos pueden garantizar un manejo ético y seguro del dolor, mejorando significativamente la calidad de vida de sus pacientes mientras se minimizan los riesgos asociados (3, 7, 9). 

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Referencias

  1. Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas. (2023). Muertes por sobredosis de drogas: Hechos y cifras. Disponible en: https://nida.nih.gov/es/areas-de-investigacion/las-tendencias-y-estadisticas/indices-de-muertes-por-sobredosis  
  2. Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2017). Las dimensiones económicas de las enfermedades no transmisibles en América Latina y el Caribe. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/33994/9789275319055-spa.pdf  
  3. Slater, R. R. Jr., Uong, J., Gupta, R., Beverley, L., Marks, M. R., & Nelson, D. L. (2020). The Opioid Epidemic: Risk Evaluation and Management Strategies for Prescribing Opioids. Instructional Course Lectures, 69, 405-414. Disponible en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32017742/  
  4. Mohiuddin, M., Blyth, F. M., Degenhardt, L., et al. (2021). General risks of harm with cannabinoids, cannabis, and cannabis-based medicine possibly relevant to patients receiving these for pain management. Pain, 162(Suppl 1), S80-S96. Disponible en: https://journals.lww.com/pain/fulltext/2021/07001/general_risks_of_harm_with_cannabinoids,_cannabis,.7.aspx  
  5. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. (2019). Protocolo de tratamiento con opioides en el dolor. Disponible en: https://ingesa.sanidad.gob.es/dam/jcr:7b9557d9-a990-49de-a46b-5b406745252d/Protocolos_Conjuntos_2019.pdf  
  6. Kotalik, J. (2012). Controlling pain and reducing misuse of opioids: ethical considerations. Canadian Family Physician, 58(4), 381-385. Disponible en: https://www.cfp.ca/content/58/4/381  
  7. Webster, L., St Marie, B., McCarberg, B., Passik, S. D., Panchal, S. J., & Voth, E. (2011). Current status and evolving role of abuse-deterrent opioids in managing patients with chronic pain. Journal of Opioid Management, 7(3), 235-245. Disponible en: https://wmpllc.org/ojs/index.php/jom/article/view/834  
  8. Smith, R. G. (2023). Risk Management and Mitigating Risk Opportunities for Opioid Prescribing. Journal of the American Podiatric Medical Association, 113(5), 21-166. Disponible en: https://japmaonline.org/view/journals/apms/113/5/21-166.xml  
  9. Bennett, M., Paice, J. A., & Wallace, M. (2017). Pain and Opioids in Cancer Care: Benefits, Risks, and Alternatives. American Society of Clinical Oncology Educational Book, 37, 705-713. Disponible en: https://ascopubs.org/doi/full/10.1200/EDBK_180469